El médico Federico Alberto Dürig, quien fue agredido por familiares de un hombre que murió la madrugada del domingo en un sanatorio de esta capital, dio su versión de los hechos.
Según la denuncia que la familia del fallecido presentó ante la Policía, el hombre ingresó al sanatorio el pasado 26 de febrero con un cuadro un herpes en la zona lumbar. Luego, el 6 de marzo, fue trasladado a la unidad de terapia intensiva por problemas respiratorios y sufrió un ataque producto de un virus que le ingresó dentro del mismo sanatorio. En la denuncia consta que los familiares responsabilizan directamente al médico y sostienen que, al intubar, se dañaron severamente los pulmones, lo que provocó la muerte del hombre.
En diálogo con LA GACETA, Dürig brindó detalles de lo sucedido: "luego de la intubación, él me hace una hipotensión, algo que habitualmente pasa porque uno debe usar drogas para sedar al paciente. Yo lo manejo con drogas inotrópicas y expansión de volumen, pero no se recupera. Es decir, continúa hipotenso, continúa desaturando, continúa con mala mecánica y me hace un edema agudo de pulmón y fallece a las 6.40".
Reveló que a las 6 llamó a los familiares para decirles que el paciente estaba grave. "Ellos vienen a las 7; ya había fallecido hacía 20 minutos y los hago pasar a la habitación del médico. Eran cinco personas, calculo. Estaba la esposa, la hija y el hijo del occiso. Les fui relatando las cosas que fui pasando en mi guardia. Debo aclarar que a esta gente no la conozco, porque como yo estoy solamente los sábados a la noche no doy nunca los informes, sino que los da el médico que está de día, de 8 de la mañana a 8 de la noche. Ellos nunca trataron conmigo", apuntó.
"Cuando les digo que el paciente había fallecido, el hijo, que estaba atrás, grita que soy un asesino, un hdp, un hijo de mala madre y que lo había matado a su papá. Se me abalanza y me pega una trompada. Luego, el resto de los familiares también me agreden. Incluso, hasta la esposa y la hija me agredían con trompadas. Tengo lesiones y hematomas, y perdí dos dientes. Tengo lesión en la nariz y hematomas en el dorso", añadió.
Dürig contó que a duras penas pudo escapar de la terapia. "Ellos me persiguen y me vuelven a agredir en el pasillo contiguo a la terapia intensiva. Creí que me mataban por los golpes que me daban. Logro bajar corriendo las escaleras en dirección a la salida del sanatorio para tratar de escaparme. Me vuelven a alcanzar antes de llegar y me vuelven a golpear, incluso tirándome al piso, me rompen la ropa. Logro salir a la calle y un policía que pasaba caminando, que no era custodia, porque el sanatorio no tiene custodia, se solidariza conmigo cuando me ve sangrando y los contiene. Después viene una chica de la Guardia Urbana y llama por radio. El sanatorio ya había llamado al 911, y demoraron 20 minutos en venir. Primero vinieron dos motoristas y luego cinco o seis de la comisaría 1°, y un oficial", agregó.
Dürig contó que estaba preocupado por subir a la terapia. "Estos familiares no sólo destrozaron la terapia, sino que la coparon. Amedrentaron a todos. Los pacientes críticos que quedaban quedaron sin atención médica ni de enfermería durante una hora y media", resaltó.
La tensión no disminuía y Dürig tuvo que refugiarse en el sanatorio. "Los familiares continuaban ahí y me habían amenazado de muerte. A las 11 de la mañana, custodiado, pude subir a un taxi que me esperaba para poder salir de ahí", subrayó.
El profesional calificó a la situación de "increíble" y pidió que la Justicia "tome conciencia de esto, porque son tres hechos delictivos: uno es el destrozo de la terapia, otro es el copamiento de la terapia y el tercero es la agresión física hacia mi persona. Son tres hechos delictivos muy serios los que ocurrieron".